Qué debemos saber para entender a un adolescente

Hoy vamos a hablar de los adolescentes.
Nuestros hijos crecen y cuando llegan a esa edad, en que empieza la adolescencia (que cada vez llega antes), nos damos cuenta que el niño pequeño que teníamos ha dejado de serlo y nos encontramos con otra persona que a veces no reconocemos.
Si Usted quiere que su adolescente cambie, ¡cambie la mirada que Usted tiene sobre el!.
Vamos a ir enumerando como actuar en la cotidianidad con un adolescente «difícil»:
Saber Esperar:
Ante todo no hay que olvidarse que el mejor remedio para calmar a un joven que se ha vuelto difícil de manejar es el tiempo que pasa. Dígase que, tarde o temprano los disgustos debido al comportamiento del adolescente van a cesar, salvo en una patología grave. La adolescencia es una etapa que comienza y que termina y nos tendremos que preparar para afrontar, soportar y relativizar los inconvenientes inherentes a esta etapa que todos los padres e hijos deben atravesar.
Saber relativizar:
Más allá de vuestra reacción legítima y necesaria de cólera o decepción, es necesario no perder el control, mostrar que en el fondo sigues siendo quien eres, el mismo o la misma, que no ha habido una desestabilización por el comportamiento inadmisible que acaba de tener.
Lo importante es transmitir que no se le ha perdido la confianza en él, que seguimos creyendo y que pase lo que pase, será mejor de lo que es hoy.
Se puede condenar un comportamiento sin por ello renegar de su amor de padres.
Las siguientes a tener en cuenta son:
Saber negociar, hay que saber prohibir y sancionar, pero también saber hacer arreglos: si el adolescente tiene un desvío en su conducta no reaccionar impulsivamente en el momento, esperar al día siguiente para hablar y mostrarse firme pero abierto al intercambio. No actuar como un gendarme ni como un amigo.
El adolescente espera de sus padres asuman un rol de adulto protector y que no dude en poner límites cuando haga falta. Poner límites significa no solo prohibir, (evitando humillar o atacar), sino también negociar con él. Concluir con una iniciativa positiva; proponer algo, informarse, para que luego se pueda concluir el tema a tratar.
No comparar: al retarlo no compararlo con su hermano o con otro joven que tiene un comportamiento ejemplar. Tampoco compararlo con algo similar o peor.
Poniéndolo en competencia con un modelo, uno cree que puede provocar un sobresalto de orgullo, en realidad es todo lo contrario, lo que se consigue es desalentarlo o peor aún humillarlo.
No presagie nunca un fracaso de su hijo, por el contrario sea siempre positivo: para incitar a un adolescente a responder a una exigencia escolar, no lo asuste anunciándole un fracaso seguro si no estudia. No es la amenaza de un fracaso lo que va a estimularlo, a que no sabe anticipar los problemas y evitarlos. El adolescente tiende a vivir en el presente y en lugar de sentirse aguijoneado por el miedo de en eventual fracaso, sólo se escuchará, de vuestras palabras preventivas, su falta de confianza en él. Los padres queremos protegerle de la derrota, que es también nuestra derrota. Reconocer sus logros darán al adolescente una mejor opinión de si mismo, y una mayor tolerancia al prójimo.
Un adolescente insoportable en su casa es muchas veces muy bien apreciado fuera de ella. Los padres se ven sorprendidos al recibir elogios del comportamiento en sociedad de sus hijos, cuando en su casa es insufrible. Cómo se explica esto?. Primero hay que saber que el amor de los padres puede ser vivido por el adolescente no como un afecto tierno y protector sino como una presión asfixiante. El adolescente piensa así, se que mis padres me quieren pero yo no siento el amor, solo siento que se preocupan por mi rendimiento escolar y no por mi persona, que me gobiernan y que me juzguen en vez de quererme. En cambio mis abuelos no me juzgan y me quieren tal como soy sin pedirme nada.
En el adolescente el amor de los padres queda suplantado por las exigencias y los juicios. Cuando más juzgado se siente por sus padres, menos amado se siente.
En cambio el amor de otros adultos es un alivio, un amor que le consolida. Las intervenciones de terceros muchas veces son bien recibidas por el adolescente porque no reavivan su sentimiento de inferioridad.
No dudar en dejar intervenir a terceros en caso de conflictos. Los abuelos, tíos, profesores, suelen ser recursos importantes para evitar el enfrentamiento explosivo entre padres e hijos. En caso de tensiones con su hijo no reaccione enfrentándolo creyendo así imponer mejor su autoridad, seguramente así el conflicto entrará en la fase de escalada y el conflicto será mayor. .
Sea realista y acéptelo tal cual es. Su actitud suele estar influenciada por sus sueño de lo que el joven debería ser.
Los padres piensan que su hijo no es como debería ser, y el adolescente siente que son sus padres los que le impiden que sea el que tiene que ser (ser una estrella de rock).
Los padres también sufren pues deben cumplir el duelo del pequeño niño dócil, de ayer, que su adolescente ha dejado de ser y aceptar que el joven de hoy no sea el que han soñado tener.
Los padres de adolescentes deben asumir dos pérdidas: la pérdida del niño que ahora ha crecido, y la pérdida de la ilusión de un adolescente ideal, contento consigo mismo, sin dificultades escolares, amante de la familia y de sus valores.
Esta ilusión de los padres vivida como una expectativa legítima, es percibida por el adolescente como una exigencia persecutoria ;
«¡Además de las dificultades y de mis temores tengo que soportar la ansiedad de sus expectativas. ME EXASPERAN».
Por supuesto que existen muchas más, cual puedes aportar?