Mi hijo no quiere estudiar

¿Por qué mi hijo/a no quiere estudiar?
La adolescencia no es una época fácil: se trata de una etapa de repleta de cambios físicos y psíquicos suele suponer un antes y un después en la relación entre padres e hijos. Entre todas las cosas que se “mueven” a lo largo de estos años de reajustes en la familia (tener un adolescente en casa), quizás hay una que suele estar presente en casi todos los casos: los estudios.
Quizás hasta ese momento, habíamos tenido en casa a un niño o niña más o menos responsable, que traía a casa la lista de tareas para hacer; quizás las hacía solo/a, quizás nos pedía ayuda. Si algo no marchaba bien, o había problemas con alguna asignatura, podíamos pedirle una tutoría al profesor.
Sin embargo, en la adolescencia, algo cambia aquí también; posiblemente el adolescente se empezará a cuestionar la utilidad y el sentido de lo que está estudiando, disminuyendo así su motivación y posiblemente también su rendimiento. Es posible que estén más distraídos pensando a dónde van a ir o qué van a ponerse el fin de semana. Si las relaciones sociales son importantes a lo largo de todo el desarrollo, se convierten en especialmente significativas en esta etapa.
Además, si antes la alegría y satisfacción de los padres al aprobar un examen o una asignatura tenía un potente efecto motivador, de repente ya no se puede contar con eso. En esta etapa de rebeldía, ya no “encaja” con los nuevos “principios” (autoafirmación, independencia,…).
Estudiar siempre supone enfrentarse con las propias limitaciones de uno y puede llegar a ser muy frustrante.
En esta etapa, quizás los adolescentes sean conscientes de que seguir estudiando significa seguir dependiendo de sus padres, y no olvidemos que si algo caracteriza la adolescencia es la necesidad de independencia. Seguir estudiando significa también tener que seguir dando cuentas a los padres de lo que se hace, de porqué se ha suspendido una asignatura, porqué se faltó a clase un día sin causa justificada.
En primer lugar, debemos mantener la calma y ser comprensivos. Hablaremos con nuestro hijo o hija e intentaremos que nos explique qué problema tiene a la hora de sentarse a estudiar.
Procuraremos, además, hablar con los profesores y monitores para que nos den más información acerca de su rendimiento y comportamiento en la escuela.
Se sugiere que es en este momento donde los padres deberán solicitar una consulta con un psicólogo y escuchar las pautas del profesional. Y posteriormente que el menor acuda a una terapia, con el objetivo que cualquier decisión que tome, sea analizada y razonada, evitando así actuar de una manera impulsiva y precipitada.